De donde vienen nuestras diferencias. En primer lugar, por nuestro ADN. Es decir, por nuestro acervo genético, heredado de nuestros progenitores
(padre y madre).
En segundo lugar, por el condicionamiento social y proceso de culturización (entendido como el aprendizaje de las reglas que hacen posible la convivencia en sociedad) al que todos hemos sido sometidos.
Diferencias tales como que una persona prefiera emplear sus energías ascendiendo a pie hasta la cima más alta de una montaña, mientras que otra elija la comodidad del sofá de su casa, no son más que el reflejo de una programación genética y cultural que ocurre ya desde el mismo instante de nuestra concepción y nacimiento, respectivamente.
Sin embargo, a pesar de las notables diferencias existentes en otras numerosas áreas, cuando se trata de hombres, relaciones y romance, la mayoría de las mujeres tiene ciertas necesidades, intereses y deseos comunes.
Si alguna vez has leído los anuncios personales de la sección de clasificados de los periódicos probablemente tú también te hayas dado cuenta de ello
En ellos, muchas mujeres utilizan expresiones como
"princesa buscando príncipe", "primero amigos" y "en busca de mi alma gemela", mientras que prácticamente ningún hombre dice esas mismas cosas.
¿Qué es lo que está pasando aquí?
Más al respecto:
¿Has oído alguna vez hablar sobre hombres a un grupo de mujeres?
¿Te has percatado de que, durante la mayor parte del tiempo, emplean una suerte de lenguaje en clave y de que le conceden mucha importancia a pequeños detalles que a nuestros ojos parecen totalmente irrelevantes?
¿Has podido comprobar, por otro lado, como los hombres son directos los unos con los otros y generalmente no tienen ningún interés en discutir esa clase de detalles?
¿Y qué me dices de la predilección que muchas mujeres parecen sentir por el drama?
Mi visión con respecto a todo este asunto es la siguiente: Las mujeres está interpretando un rol que no ha cambiado durante miles (¿millones?) de años. Puede que en la actualidad el lenguaje y la vestimenta sean diferentes, pero en el fondo, todo sigue siendo lo mismo que siempre fue.
Nuestros cerebros constan de partes diferentes desde las que se originan impulsos y deseos de naturaleza diversa. A menudo, esos impulsos entran en conflicto los unos con los otros.
Por ejemplo, una mujer puede desear a un hombre fuerte en su vida y, al mismo tiempo, puede querer preservar
su independencia.
Puede que desee recibir atención y, simultáneamente ser considerada como autosuficiente y no necesitada de ella.
Te haces una idea ¿verdad?
Los hombres tenemos también ese tipo de conflictos, sólo que en otras áreas de nuestras vidas.
Por ejemplo, algo que con frecuencia oigo repetir a muchos hombres es: "Odio todo el dramatismo que crean las mujeres ¿Por qué lo hacen?"
Mi respuesta: A ella, el drama le permite conseguir muchas cosas de una sola vez. Le concede atención y protagonismo, le permite descargar emociones (y liberar así sustancias químicas altamente adictivas), le resulta divertido, es interesante y previene el aburrimiento, le da sentido a las cosas, etcétera.
Como ves, hay muchos buenos motivos por los que ella puede desear introducir un poco de dramatismo en la relación. Sin embargo, son motivos que la mayoría de hombres no puede entender, porque el dramatismo satisface deseos INEXISTENTES PARA LA MAYORÍA DE NOSOTROS.
Es como cuando una mujer dice "No entiendo como a los hombres les puede gustar tanto hablar de deporte".
Veamos, ¿cuáles son las necesidades que el deporte satisface en un hombre?
Competición, adrenalina, poder, dominación. Es decir, todas las cosas característicamente masculinas y, casualmente, necesidades que la mayoría de mujeres simplemente no tienen.
(padre y madre).
En segundo lugar, por el condicionamiento social y proceso de culturización (entendido como el aprendizaje de las reglas que hacen posible la convivencia en sociedad) al que todos hemos sido sometidos.
Diferencias tales como que una persona prefiera emplear sus energías ascendiendo a pie hasta la cima más alta de una montaña, mientras que otra elija la comodidad del sofá de su casa, no son más que el reflejo de una programación genética y cultural que ocurre ya desde el mismo instante de nuestra concepción y nacimiento, respectivamente.
Sin embargo, a pesar de las notables diferencias existentes en otras numerosas áreas, cuando se trata de hombres, relaciones y romance, la mayoría de las mujeres tiene ciertas necesidades, intereses y deseos comunes.
Si alguna vez has leído los anuncios personales de la sección de clasificados de los periódicos probablemente tú también te hayas dado cuenta de ello
En ellos, muchas mujeres utilizan expresiones como
"princesa buscando príncipe", "primero amigos" y "en busca de mi alma gemela", mientras que prácticamente ningún hombre dice esas mismas cosas.
¿Qué es lo que está pasando aquí?
Más al respecto:
¿Has oído alguna vez hablar sobre hombres a un grupo de mujeres?
¿Te has percatado de que, durante la mayor parte del tiempo, emplean una suerte de lenguaje en clave y de que le conceden mucha importancia a pequeños detalles que a nuestros ojos parecen totalmente irrelevantes?
¿Has podido comprobar, por otro lado, como los hombres son directos los unos con los otros y generalmente no tienen ningún interés en discutir esa clase de detalles?
¿Y qué me dices de la predilección que muchas mujeres parecen sentir por el drama?
Mi visión con respecto a todo este asunto es la siguiente: Las mujeres está interpretando un rol que no ha cambiado durante miles (¿millones?) de años. Puede que en la actualidad el lenguaje y la vestimenta sean diferentes, pero en el fondo, todo sigue siendo lo mismo que siempre fue.
Nuestros cerebros constan de partes diferentes desde las que se originan impulsos y deseos de naturaleza diversa. A menudo, esos impulsos entran en conflicto los unos con los otros.
Por ejemplo, una mujer puede desear a un hombre fuerte en su vida y, al mismo tiempo, puede querer preservar
su independencia.
Puede que desee recibir atención y, simultáneamente ser considerada como autosuficiente y no necesitada de ella.
Te haces una idea ¿verdad?
Los hombres tenemos también ese tipo de conflictos, sólo que en otras áreas de nuestras vidas.
Por ejemplo, algo que con frecuencia oigo repetir a muchos hombres es: "Odio todo el dramatismo que crean las mujeres ¿Por qué lo hacen?"
Mi respuesta: A ella, el drama le permite conseguir muchas cosas de una sola vez. Le concede atención y protagonismo, le permite descargar emociones (y liberar así sustancias químicas altamente adictivas), le resulta divertido, es interesante y previene el aburrimiento, le da sentido a las cosas, etcétera.
Como ves, hay muchos buenos motivos por los que ella puede desear introducir un poco de dramatismo en la relación. Sin embargo, son motivos que la mayoría de hombres no puede entender, porque el dramatismo satisface deseos INEXISTENTES PARA LA MAYORÍA DE NOSOTROS.
Es como cuando una mujer dice "No entiendo como a los hombres les puede gustar tanto hablar de deporte".
Veamos, ¿cuáles son las necesidades que el deporte satisface en un hombre?
Competición, adrenalina, poder, dominación. Es decir, todas las cosas característicamente masculinas y, casualmente, necesidades que la mayoría de mujeres simplemente no tienen.
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